Cada vez más, la sociedad experimenta el extraño y complicado conflicto entre los hijos y la madre. Crecen los irrespetos, las actitudes injustas y los maltratos por parte de los hijos hacia la madre. Con frecuencia se le ve sufrir en silencio y a menudo llorar en la soledad de su alcoba, no es fácil el ejercicio de la maternidad en estos tiempos en la que no solo a algunas les toca hacer de madre y de padre, sino que también les toca contemplar un complejo creciente en nuestra cultura y es el de esconder a la mama, no mostrarla, no presentarla, mantenerla distante… en fin… que los demás no se enteren si tengo o no tengo mama o que simplemente me da pena mostrar que es una mujer sencilla y trabajadora.
Este complejo se ha venido apoderando también de los ambientes religiosos, en los últimos años se mira mal o al menos con sospecha a quien aparece con demasiado amor por la santísima virgen Maria, o a quien reza el rosario o se ayuda en su espiritualidad mariana.
Los católicos son cada vez mas limitados en sus prácticas, aunque se fundamenta el derecho en la garantía de libertades, sin embargo, ese mismo derecho coarta las posibilidades de ser creyentes. Por lo tanto, aumentan las burlas, los chistes, En fin… todo cuanto mas pueda ridicularizar la fe y por supuesto, las practicas de la misma, entre ellas. Todo lo que tenga que ver con la Virgen Maria, el creyente no se puede acomplejar ante las realidades presentes. Todo lo contrario, está llamado a ser testigo de su fe y a dar razones de su esperanza en medios hostiles.
¡¡¡Pensemos!!!
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