domingo, 10 de junio de 2012

Grandeza del Señor!

¡Que grande eres Señor!
Gracias por amarme, pues a pesar de mis miserias tú me insistes a seguirte. Tu amor me irradia y quisiera servirte siempre, ayúdame Señor… no me quiero separar de ti, quiero estar contigo siempre. Que las aguas del mundo no me ahoguen, ¡inclina el cielo y sálvame Señor! Yo creo en ti y sé que quieres darme el pan que necesito,  pero mi orgullo, mi tibieza, y mi soberbia me ciegan y no me dejan reconocerte como mi Rey, ¡Sálvame Señor! Que no digan mis enemigos: “le vencí.
Mis enemigos se alegraran si yo callera. Cantare al Señor, cantare al que es mi redentor”